Querido Noah...
Escribo estas líneas a la luz de las velas, mientras tú
duermes en la habitación'que hemos compartido desde el
día de nuestra boda. Aunque no alcanzo a oír tu
respiración, sé que estás ahí, y que pronto me acostaré a
tu lado, como siempre. Sentiré tu calor, el bendito
consuelo de tu proximidad, y tu respiración me guiará
lentamente hasta el lugar donde sueño contigo, con lo
maravilloso que eres.
La llama de la vela me recuerda a un fuego del pasado,
que contemplé vestida con tu camisa y tus vaqueros.
Entonces ya sabía que estaríamos juntos para siempre,
aunque al día siguiente titubeara. Un poeta sureño me
había capturado, robándome el corazón, y en lo más
profundo de mi ser, supe que siempre había sido tuya. ¿
Quién era yo para cuestionar un amor que cabalgaba
sobre las estrellas fugaces y rugía como las olas del mar?
Asiera entonces, y así es ahora.
Nuestra convivencia ha sido maravillosa, y ahora pienso
mucho en ella. A veces cierro los ojos y te veo con hebras
de plata en la cabeza, sentado en el porche, tocando la
guitarra, rodeado de niños que juegan y baten palmas al
ritmo de la música que has creado.
Te quiero por muchas razones, pero sobre todo por tus
pasiones, que siempre han sido las cosas más maravillosas
de la vida. El amor, la poesía, la paternidad, la amistad,
la belleza y la naturaleza. Y me alegro de que hayas
inculcado esos sentimientos a nuestros hijos, porque sin
lugar a dudas enriquecerán sus vidas. Siempre hablan de
cuánto significas para ellos, y entonces me siento la
mujer más afortunada del mundo.
También a mí me has enseñado muchas cosas, me has
inspirado, y nunca sabrás cuánto significó para mí que me
animaras a pintar. Ahora mis obras están en museos y
colecciones privadas de todo el mundo, y aunque muchas
veces me he sentido cansada o aturdida por exposiciones
y críticos, tú siempre me alentabas con palabras
amables.
Además de mi amante, eres mi mejor amigo, y no sabría
decir qué faceta de ti me gusta más. Adoro las dos, como
he adorado nuestra vida en común. Tú tienes algo, Noah,
algo maravilloso y poderoso. Cuando te miro veo bondad,
lo mismo que todo el mundo ve en ti. Bondad. Eres el
hombre más indulgente y sereno que he conocido. Dios
está contigo. Tiene que estarlo, porque eres lo más
parecido a un ángel que he visto en mi vida.
Sé que me tomaste por loca cuando te pedí que
escribieras nuestra historia antes de marcharnos de casa,
pero tengo mis razones, y agradezco tu paciencia. Y
aunque nunca respondía tus preguntas, creo que ya es hora
de que sepas la verdad.
Hemos tenido una vida que la mayoría de las parejas no
conocerá nunca, y sin embargo, cada vez que te miro,
siento miedo porque sé que todo acabará muy pronto. Los
dos conocemos el diagnóstico de mi enfermedad y
sabemos lo que significa. Te veo llorar, y me preocupo
más por ti que por mí, porque sé que compartirás mis
sufrimientos. No encuentro palabras para expresar mi
dolor.
Te quiero tanto, tan apasionadamente, que hallaré una
forma de volver a ti a pesar de mi enfermedad. Te lo
prometo. Y por eso te he pedido que escribieras nuestra
historia. Cuando esté sola y perdida, léemela —tal como
se la contaste a nuestros hijos— y sé que de algún modo
comprenderé que habla de nosotros. Entonces, quizá,
sólo quizá, encontremos la manera de estar juntos otra
vez.
Por favor, no te enfades conmigo los días en que no te
reconozca. Los dos sabemos que llegarán. Piensa que te
quiero, que siempre te querré, y que pase lo que pasare,
habré tenido la mejor vida posible. Una vida contigo. Si
has conservado esta carta y la relees, cree que lo que
digo vale también ahora. Noah, dondequiera que estés y
cuando quiera que leas esto, te quiero. Te quiero
mientras escribo estas líneas, y te querré cuando las
leas. Y lamentaré no poder decírtelo. Te quiero con toda
el alma, marido mío. Eres, y has sido, lo que siempre he
soñado.
Allie.